24/1/13

Hair 101: Champú sin sulfatos...¿qué son los sulfatos exactamente?


¿Qué son los surfactantes?

Los tensioactivos o surfactantes son sustancias que permiten mezclar agua y aceite -una emulsión- o bien que permiten remover la suciedad y el aceite de la piel o el pelo (y de la ropa, por ejemplo, entre otras muchas cosas). Tienen estas capacidades por su estructura: constan de  una parte hidrófila y un resto lipófilo (o hidrófobo, que repele el agua). La parte hidrófila (atraída por el agua) se aferra al agua -por ejemplo la fase de agua de nuestro champú- y la parte lipofílica (atraída por la grasa) crea micelas en torno al aceite que tengamos en el pelo, piel, etc. o a sustancias grasas de una determinada emulsión. Las micelas se definen como agregados de moléculas de tensioactivos en un líquido coloidal, un tipo de mezcla en la cual una sustancia está distribuida de forma homogénea en otra. Suele contar de dos fases, una continua y una dispersa. En el caso de las emulsiones por lo general la fase dispersa es el aceite y la continua el agua.

Micela

En la imagen se ve cómo la parte hidrófila en este caso queda hacia fuera para entrar en contacto el agua y la hidrófoba o lipofílica hacia dentro, buscando la grasa. Cuando añadimos surfactantes a una mezcla de agua y aceite, ayudamos a estabilizar la mezcla, permitiendo así que surja lo que llamamos emulsión (de lo contrario, el agua y el aceite no se mezclarían). Podemos definir cuatro tipos distintos de surfactantes en función de su carga eléctrica:

- Aniónico (carga negativa)
- Catiónico (carga positiva)
- No-iónico (carga neutra)
- Anfotérico o anfótero (carga positiva y negativa)

Dependiendo del tipo de producto que queramos crear usaremos unos u otros (sea un emulsionante, un agente acondicionador, o jabón espumoso). El tipo de surfactantes que se usan en los productos para limpiar (limpiadoras faciales, champús, etc.) tienen la propiedad de ser detergentes, es decir, que son capaces de diluir la grasa, manchas y proteínas y de arrastrarlos en este caso del cabello (también de la piel, ropa y una variedad de superficies). 

Cada grupo de surfactantes tiene sus características, por ejemplo los surfactantes aniónicos suelen ser la base de productos de limpieza y tienen una gran capacidad como detergentes y de formar espuma. Algunos pueden ser algo irritantes para la piel dependiendo de la cantidad, así que es común añadir otro tipo de ingredientes para hacer la fórmula más confortable.

Los surfactantes catiónicos en cambio son acondicionadores y suelen restarle espuma a la mezcla. En los champús por ejemplo es muy común encontrar cetrimonium chloride, un tipo de surfactante catiónico que acondiciona el cabello (se deposita en las zonas dañadas del pelo aportando suavidad al crear una cutícula más homogénea).

Los surfactante anfóteros tienen una carga positiva o negativa dependiente del pH de la fórmula. Suavizan (en el sentido de hacerla más amable con la piel y el pelo) la fórmula pero no generan mucha espuma. En los productos capilares uno de los más frecuentes es el llamado cocamidopropyl betaine, lo podréis encontrar prácticamente en cualquier champú.

Los surfactantes no-iónicos son usados más como emulsionantes que como detergentes. Le quitan capacidad de generar espuma a la fórmula.

Normalmente lo que se hace es mezclar surfactantes de cada grupo ya que cada uno aporta una característica: por ejemplo, necesitamos añadir surfactantes aniónicos a un champú para que limpie el pelo, pero como queremos que el producto sea lo menos agresivo posible, añadimos después un surfactante anfótero. El resultado en este caso sería la combinación tan común de Sodium Lauryl Sulfate (surfactante aniónico) y cocamidopropyl betaine (surfactante anfótero) que podréis ver en prácticamente cualquier champú de súpermercado. La mayoría de champús hoy en día llevan algún tipo de surfactante catiónico para acondicionar (los encontraréis con mayor facilidad en acondicionadores y mascarillas) y por ejemplo encontraremos surfactantes no-iónicos en fórmulas para champús para pelo seco que incluyan aceites que sea necesario emulsionar. 

Dentro de cada sub-grupo hay una amplia variedad de surfactantes con diferentes características (por ejemplo hay surfactantes aniónicos con mayor capacidad como detergente que otros) y la mezcla que haremos de ellos depende del tipo de producto que queramos conseguir. A la hora de formular un producto detergente podemos considerar varios factores: capacidad de arrastrar el sebo, capacidad de crear espuma, sensación que dejan en la piel o el pelo, cómo actúan con aguas duras, facilidad a la hora de ser enjuagado etc. Un champú para pelo graso necesita surfactantes aniónicos más potentes que un champú para pelo seco, de llevar surfactantes que no pueden arrantrar bien el sebo el resultado final será insatisfactorio; si usamos el mismo tipo de fórmula en un champú para pelo seco que la que usamos para un pelo graso, el resultado sería un pelo reseco. En un gel es importante que la fórmula genere mucha espuma, pero no al coste de resecar en exceso la piel, etc. Cualquier surfactante irrita la piel porque el ejercicio mismo de remover la capa de lípidos que la protegen la agrede, da igual lo suave que sea el surfactante. La cuestión está en conseguir un producto que sea capaz de limpiar y que agreda lo menos posible. Siguiendo con otro ejemplo, no es lo mismo remover la suciedad de una persona que se ha pasado el día sentada y no ha sudado nada que la suciedad de una persona con un trabajo físico que además se mancha con polvo, tierra, etc. Son dos casos extremos que muestran que no siempre la opción más suave de todas "por defecto" es la correcta, hay que ajustar el producto a la necesidad que tengamos y eso dependerá de nuestra piel y nuestra actividad. Otro caso sería el de una persona con una piel muy sensible o un requirimiento especial por un problema dermatológico, etc. Normalmente en champús y productos para el cuerpo es necesario usar surfactantes aniónicos, no siempre son necesarios en los productos faciales.

Ahora bien, es necesario usar una cantidad mucho mayor de surfactantes de la que se usa para que lleguen a irritar medianamente la piel. Los surfactantes más comunes son todos lo suficientemente suaves con la piel y el pelo en las cantidades en que se usan (lo que no quita que en ciertas concentraciones sí pueden irritar mucho, esas concentraciones no son usadas en productos que estén bien formulados, y cuando digo esto digo cualquier crema que encontréis que esté regulada, o sea casi cualquier cosa que podáis comprar). Aún así, dentro del hecho de que los surfactantes que encontraréis en el mercado son lo suficiente amigables como para usarlos (te estoy mirando a ti, SLS), podemos establecer dentro de ese contexto una jerarquía entre surfactantes más y menos agresivos e intentar usar fórmulas -ojo, fórmulas, no surfactantes concretos, como veremos eso no tiene sentido- que sean lo menos agresivas y que sean eficaces para solventar nuestras necesidades.

Aparte de usar surfactantes (detergentes) más suaves y en menor concentración encontramos que para hacer a las fórmulas menos agresivas se les añade (aparte de otro tipo de surfactantes, como hemos visto) polímeros, humectantes, proteínas y emolientes (glicerina, butylene glycol, siliconas, proteínas hidrolizadas, aceites y un largo, largo etcétera) así como ingredientes calmantes (aloe vera, por ejemplo). 

En resumen, los surfactantes o tensioactivos son añadidos a las fórmulas de los productos que usamos y cumplen varias funciones. En cuanto a los detergentes, deberemos intentar buscar una fórmula que se adapte a nuestras necesidades, recordando que aparte del surfactante usado, el efecto final del producto dependerá de más cosas (es por esto por lo que eliminar un surfactante concreto sin más de forma categórica no siempre tiene por qué resultar en la elección de un producto más suave).

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